«Y partí yo de la ciudad de Granada a doce días del mes de mayo del mismo año de 1492, en sábado. Vine a la villa de Palos, que es puerto de mar, adonde armé yo tres navíos muy aptos para semejante hecho, y partí del dicho puerto muy abastecido de muy muchos mantenimientos y de mucha gente de la mar, a tres días del mes de agosto del dicho año, en un viernes, antes de la salida del sol con media hora, y llevé el camino de las islas de Canaria de Vuestras Altezas, que son en la dicha Mar Océana, para de allí tomar mi derrota y navegar tanto que yo llegase a las Indias…»

Extracto del diario del primer viaje de Cristóbal Colón.

No lejos de la ciudad de Huelva, y cerca del pueblo costero de Palos de la Frontera se encuentra uno de esos lugares, por algunos llamados monumentos, donde no es su estética el plato fuerte si no la importancia que para la historia ha jugado. El Monasterio de la Rábida, enclavado estratégicamente junto al mar en una pequeña elevación del terreno, fue aquel en el que Cristóbal Colón encontrase alojamiento en España varias veces en el tiempo que empleó en preparar su conocido primer viaje, y de cuyo cercano puerto partirían tres naves que fueran a cambiar radicalmente la Historia de la Humanidad.

El monasterio actual carece de vida monástica, aunque en un edificio cercano residen un grupo de monjes. Es de fácil acceso y puede dedicársele una visita de medio día llegando a él desde Sevilla, o Cádiz, o combinarlo con alguna excursión al parque nacional de Doñana o la aldea de El Rocío. El entorno de La Rábida se encuentra repleto de marismas en las que muchas aves coloridas descansan en su migración entre el Norte de Europa y África. No es necesario ser un docto en arquitectura o historia para averiguar la influencia árabe en la construcción de este edificio,visible tanto por la planta, materiales y colores usados en su construcción, como por los arcos o geometría de los azulejos y techos. En el centro se halla un patio inspirado en los archiconocidos andalusíes. Reconstrucciones de La Pinta, La Santa María y La Niña son visitables en el aledaño muelle. Entrar en ellas permite ver las reducidas dimensiones de estas naves y el mérito de hacerlas llegar a otro continente sometiéndolas en el camino a los antojos del océano. Uno de los puntos más interesantes de la visita, a mi juicio, son las copias de documentos escritos a pluma por el mismo Colón, así como mapas con los que tras los primeros viajes otros navegantes recorrerían las aguas caribeñas.

A finales del siglo XV, la creencia de que la Tierra era plana cual galleta estaba generalizada, y que navegando más allá de lo conocido grandes monstruos marinos y especies no catalogadas aparecerían en la superficie eran conversaciones habituales en las cantinas de marineros. Colón, influenciado por las ideas de muchos estudiosos, intuía la esfericidad del planeta, y con ello forjó la idea de resolver una nueva ruta comercial que uniese Europa con Asia, evitando el largo rodeo al continente africano.


Habitación donde mantuvieron las conversaciones importantes Colón y Fray Luis Pérez.

Influencia árabe en los corredores del monasterio.

El resto de la historia, esto es, lo que aconteció durante y después del primer viaje (del cual recomiendo la lectura de su diario de abordo) es harto conocido y abunda además información tanto en libros como la red. Sea por la tendencia humana a obviar los procesos que conducen a grandes logros, o por la inercia a prestar más atención a lo anecdótico, menos afamados son los siete años que Colón usaría como base el monasterio para moverse por la geografía castellana en busca de la financiación de su proyecto. Numerosos fueron los condes, duques y burgueses que tachándole de necio y loco le negaban tajantemente cualquier tipo de ayuda económica. Los franciscanos de este cenobio tenían por costumbre auxiliar a los viajeros necesitados, y son varios los documentos que describen la maltrecha economía del que encabezara la expedición al Nuevo Mundo. Éste se alojaría en la Rábida a su llegada a Andalucía desde Portugal durante los dos años previos a su partida. Uno de sus monjes, Fray Juan Pérez, quien parece ser había tomado cierto cariño al navegante, aprovechó que fuera confesor de la Reina Isabel la Católica para conseguir que la corona aceptase financiar la empresa del genovés. Próxima la toma de Granada y asentados a las afueras de ésta, finalmente los Reyes Católicos firmarían las Capitulaciones de Santa Fe, un documento en que el dotan a Colón de una cierta autoridad y le proveen de medios para realizar su primer viaje. Curiosamente Cristóbal, ya desesperanzado, había decidido abandonar España para seguir probando suerte en Inglaterra cuando recibió la noticia.


La Pinta, La Niña y La Santa María.

Detalle de una de las naves.

Unos diez años en total se estima que pasaron desde que este italiano decidiese buscar medios para abrir la supuesta nueva ruta hasta que finalmente lo consiguiese. Diez años íntegros de la vida de una persona trabajando por una meta, luchando a contracorriente del pensamiento de sus contemporáneos. Aquello de que “quien la sigue, la consigue” se hace francamente patente en la vida de este hombre. ¿Cuánto de importante es luchar por los sueños e ideas personales por encima de cualquier otra cosa? ¿Merece la pena dedicar toda una vida a perseguir nuestros sueños? ¿Vivir con la incógnita de no saber si los satisfaceremos? Si atendemos a los eventos que han marcado puntos de inflexión a lo largo de la Historia acabaremos descubriendo que han venido de manos de individuos luchando en condiciones semejantes a las de Colón. Hemos acabado llamando revolucionarios a aquellas personas a las que antes de serlo sólo nos referíamos como locos o perdidos. Sólo reconocemos su valía cuando han tenido éxito. ¿Es pues la verdadera hazaña del Colón el haber “descubierto” el continente americano (algo que ocurrió de forma totalmente azarosa) ó el haber seguido sus creencias siendo fiel durante casi la totalidad de su vida a una única empresa aún a sabiendas del posible fracaso de ésta?


Carta náutica elaborada por Cristobal Colón (1494).

Cuadro de Colón meditativo.

Igual que sentado en Gibraltar o Tánger se tiene una imagen concisa de en qué lugar del mundo se encuentra uno, visitando lugares como La Rábida la idea de qué época estamos viviendo se refresca rápidamente. En un comienzo del siglo XXI con casi la totalidad del globo conocido, roza lo imposible el igualar las románticas hazañas de los grandes navegantes y exploradores del pasado, sin embargo, lugares como el Monasterio de la Rábida hacen a los que amamos los viajes soñar…¡Que tire la primera piedra quien no se hubiera embarcado en la primera circunnavegación junto a Magallanes, aventurado a pie en África Central o cabalgado hasta Asia cuando nula era la información que se tenía de estas tierras!